jueves, 13 de mayo de 2010

Cliffhanger

Cliffhanger

En el mismo momento en que su mirada se posó sobre la pantalla, la enajenación comenzó. Las imágenes se introdujeron en su mente cual raíz en la tierra, atravesando todo el plano físico hacia el centro mismo de su ser. Ya no era una simple diversión, se había transformado en el ejercicio mental más importante de su vida. Cuando observaba las escenas sentía como si formase parte de lo que allí ocurría, como si el mismo se encontrara en ese lugar. Tal vez estaba enloqueciendo, pero dentro de su mente, todo era real.

Tomó el teléfono. Hacía una llamada. La respuesta era negativa. Debía acabar con ello. La verdad no podía conocerse. Un flash, el pasado. Tomaba la pistola. El hombre rogaba perdón. La bala salía en completo silencio. El pecho traspasado. El asesino era descubierto.

No había pensamientos. Un gran vacío reinaba su interior. ¿Asesino? No podía ser cierto. Su corazón comenzó a palpitar lentamente. ¿Lo que había presenciado era cierto? ¿Era acaso posible que ese hecho fuese real? Toda una vida creyendo una mentira, su mente había creado algo que no era real. En aquel estado de enajenación había dejado que las imágenes poblaran su mente para presenciar una verdad que no estaba dispuesto a oír. Su corazón pareció detenerse cuando en su interior recreaba y trataba de darle sentido a lo ocurrido. Pero era imposible, no podía creerlo. No estaba preparado para aceptarlo. Ya no escuchaba latidos, ahora solo sentía un dolor en pecho. Aquella bala silenciosa le había atravesado.
Cada vez que había mirado aquella pantalla, sentía como si fuese su propia historia. Era tan real, tan conmovedor. Cada acción retratada, cada persona interpretada le hacían entrar en aquel estado de catarsis. Por años ver aquello se había transformado en lo más importante, lo que le hacía escapar de su nefasta realidad. Toda aquella historia le llenaba por completo. Era algo perfecto cada semana sentarse a verla, narrada en forma brillante, interpretada con alma propia, de una belleza incalculable, aquella era la narración perfecta.
Pero en aquel día, aquel aciago día, algo había cambiado. Ya no era su historia. No era lo que él creó tras tantas semanas de deleita. Hoy había ocurrido un giro, pero un giro hacia la oscuridad, hacia una lóbrega verdad que no podía aceptar. Cuando aquel personaje fue muerto, él también sucumbió por aquella bala. Su herida, no mortal físicamente, lo era en su mente, pues le mostraba que su realidad era igual a la otra: una mentira.
Apagó el puente que le conectaba con el mundo interior. Se levantó de su silla y caminó hacia la ventana para observar cómo caía la lluvia. Lagrimas, su alma lloraba. Sin embargo un ápice de esperanza nació en su corazón que volvió a latir. Existía una realidad mejor, podía dejar aquellas fantasías y tornarse hacia el mundo. Tal vez todo fuese una mentira, pero había llegado el punto en que pudo descubrir la verdad. Buscaría la verdad en este mundo. Lograría aquel conocimiento que es real.
Cuando la lluvia se detuvo derramó su última lágrima. Había renacido.

By Santiago Fernández

4 comentarios:

  1. Santi!! yo tampoco sabía que tenías blog... quería manifestarme solamente,jajaa cuando tenga tiempo me dedicaré a revisar lo que has escrito, sospecho que tienes mucho talento!

    besitos

    ah!,me haré tu seguidora ^^

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  2. Ahhh, nada de talento, solo soy un pequeño aficionado. Gracias Naty, nos blogeamos entonces =)
    Besos.

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  3. Santi amigo, este cuento me pareció muy interesante,más en su contenido que en su forma, ya que relata cómo en la actualidad hay miles y miles de personas que eluden su realidad escudados en la televisión y fingiéndose quienes no son, por eso lo considero profundo en su significación, podría perfectamente servir para trabajarlo con jóvenes de "Enseñanza media".

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  4. está muy bueno el cuento,tiene ese aire único e interesane a la vez, son esos cuentos que te dejan con ganas de seguir leyendo......


    estamos bien supergenialistas jjajajajaja !viva los Elitos!

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