sábado, 3 de julio de 2010

La Prisión

La Prisión

"La tristeza es la cuna de inspiración de todo escritor."
Agatha Christie.

No sé por qué me gusta tanto el violín. Quizás porque siempre sabe a tristeza, a veces melancolía y en algunas ocasiones parece lluvia. No es que me guste estar triste, pero así tengo algo de qué hablar, una fuente de donde emane eso que quiero entregar. Como estoy recluso en esta prisión invisible, siempre tengo que escucharlo, así que mí placer es satisfecho diariamente.La que llaman Hija de la Reina es la que lo hace sonar, tarde tras tarde, casi como un ritual sagrado. Ya me sé siete canciones, después de haberlas oído tantas veces se encuentran escritas cual partitura marcada a dedo en mi mente, como en una pared babilónica. Las reproduzco al mismo tiempo en que los dedos de la niña recorren el cuerpo helado del violín mientras su mano desliza suavemente el arco por las cuerdas y la música se convierte en vida. En ese momento, surgen las imágenes y comienzo a hacer bailar el lápiz. Siempre es tristeza, no por ser lo más sencillo, si no de lo que más entiendo. Y me lo han dicho tantas veces. Que al leer mi poesía lloran, porque no entienden cómo las palabras los llevan a sentir esa agonía expresada en el papel, los trasporta hacia un sentimiento materializado como una opresión en el pecho que se traduce en pena, tristeza y luego llanto. Yo pienso que ellos viajan a mi mundo, de dónde vengo, mi prisión invisible.
Y de ahí me pongo a pensar en cómo escapar. Sé que es imposible, pero el propio hecho me hace dudar. Si ellos pueden venir a mi hogar ¿podría yo salir del mismo modo? Al leer lo que aquella dama con violín hace en mí, logran escabullirse hasta las paredes de la prisión que me encierra, pero luego logran salir. Porque yo siempre estoy solo aquí. Ningún alma me hace compañía, jamás.
Entonces si yo los leyese, si ellos escribieran de su mundo, yo podría escapar. A veces sueño con eso, con que escapo. Pero sé que es imposible. Cuando suena el violín, se escucha también la voz que dicta mi sentencia. Estoy apresado en mi propia mente, en un bucle cíclico que no deja de repetirse. La rueda del tiempo gira, pero cuando llego al punto final me encuentro igual que cómo empecé. Lo que único que cambia es la canción, que cada día me dice algo distinto. Hoy me dijo que contara una historia, de un hombre que habita un laberíntico castillo gigante, que en realidad es una celda. La celda está en su cabeza, no le permite escapar. Es prisionero de sus propios pensamientos incapaces de fugarse a otro mundo.Sí, la música ya terminaba. La historia estaba por concluir. Solo le restaba decir lo mucho que le gustaba el violín. No porque le gustase estar triste, pero así, tenía de qué hablar,una fuente de donde emanase eso que quería entregar

2 comentarios:

  1. Me he sentido así, muchas veces...
    Te vas a reir de mí, pero me recordaste a Borges... con lo del laberinto...

    te quiero amigo

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  2. Naty, cómo me voy a reir de ti, si Borges es el responsable de este cuento :)
    Te quiero!!!

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